lunes, 29 de junio de 2009

MAS VALE TARDE QUE NUNCA


En agosto de 1993 aparecía el volumen cuya tapa se reproduce a izquierda. Aparte de casi un siglo de historia en el Valle de Traslasierra daba a conocer los detalles, reportajes grabados, datos, nombres y demás de la verdadera hija natural de Juan Feliciano Manubens Calvet, un terrateniendo muerto en 1981 y tras la cual se había tirado la Iglesia, sus personeros y hasta el gobierno de Paraguay.
La foto a página completa y demás de Blanca Rosa Guzmán, producto de una unión ocasional entre su madre, Rosalinda Guzmán, empleada de servicio en el almacén de ramos generales de la familia Manubens en Los Cerrillos, con el ya casi joven Juan Feliciano, más todos los detalles que rodearon a un hecho no por natural y repetido, fortuito y muy serio. Pero también se agregaba que una hermana suya, de casi la misma edad, por el mismo tiempo, había mantenido relaciones con otro Manubens Calvet, un poco mayor, José, que sería entre dictadura y dictadura militar senador radical por Córdoba en el Congreso Nacional. De ese entente, con pocas semanas de diferencia, había nacido un varoncito. Los primos fueron criados como hermanos en Río Cuarto.
A todo esto, el libro era consecuencia de notas publicadas por el semanario Revista 10, de la Editorial Perfil, en marzo de 1983. Acá la información estaba más ampliada e historiada. Pero era la misma sin esquivar una coma. Incluso se bordeaba la irrespetuosidad especulando la posibilidad que Blanca Rosa mintiera y no fuera la hija natural, sino la sobrina, habida cuenta que su tía, la que había tenido el bebé con José y éste, ya en 1983, habían fallecido.
Ahora, desde abril, con epicentro en Río Cuarto hay un matete parecido a una campaña mediática porque se asegura que tres nietos naturales de Juan Feliciano Manubens Calvet han sido acreditados por pruebas de ADN, por una casualidad bastante dudosa son de apellido Guzmán y de las publicaciones referidas, más los derechos de propiedad intelectual, ni pío.
No parece haber mucho terreno para las disculpas. Ni siquiera la ignorancia. El pungueo intelectual, sobre todo Internet mediante, está al orden del día.