miércoles, 8 de octubre de 2008

EL AGGIORNAMENTO FUTBOLERO REEMPLAZA A LA SOCIEDAD REAL

Libro de Risieri Frondizi editado por EUDEBA. En la foto de arriba, el rector de la UBA presidiendo una sesión en la vieja sede de la calle Viamonte al 400.


En julio, el doctor Risieri Frondizi, rector de la Universidad de Buenos Aires por el voto de los claustros, junto al argentino Arnaldo Orfila Reynal, que ya traía sobre los hombros toda la experiencia mexicana del Fondo de Cultura Económica, más el ruso nacionalizado Boris Spivacov, fundan EUDEBA, los precios y el circuito de los libros empieza a ser otro, como quioscos de metales especialmente construidos y emplazados en lugares clave, y clásicos de la literatura nacional comienzan ser, de manera casi inusitada, resonantes best sellers, empezando por una versión del Martín Fierro en tamaño sábana e ilustrado por el comunista Juan Carlos Castagnino, un especialista en caballos. Las colecciones que empiezan a salir a precios módicos van desde las ciencias sociales a las duras, muchos de ellos especialmente elegidos porque en la UBA iban a ser designados libros de TXT. Uno de los más chiquitos, en tamaño y cantidad de páginas, fue un abrumador éxito de reedición tras reedición durante años: El marxismo, de Henri Lefevre, realmente un claro manual para entender el materialismo histórico como sistema de pensamiento y los grandes lineamientos de una obra de muy difícil acceso como El Capital.

El 24 de julio el presidente Frondizi, por cadena nacional, anuncia oficialmente cuál va a ser la política petrolera de su gestión, la base misma de lo que era su plan de gobierno del imprescindible e inminente desarrollo industrial argentino para no quedar fuera de la historia. Para los que habían que habían perdido el tiempo leyendo su caballito de batalla impreso, Petróleo & Política, escrito contra el Perón que había firmado contratos con la Californian de los Eisenhower, blasón y ariete de su campaña proselitista, no había más que invertir lo blanco por negro y lo negro por blanco que ya estaba, no había más nada que discutir o que no fuera trasparente como agua de manantial. Desde el máximo sitial supuestamente republicano, el panquequismo se instauraba como un elemento más del ser nacional y popular. La oposición y la CGT, devuelta a los dirigentes tradicionales del aparato peronista gracias a la amnistía Nº 16, clamó a los cielos. En realidad protestó por no estar ellos en el lugar adecuado y panquequear también a gusto, con los réditos que siempre esto conlleva. De todas maneras, cuando se pongan muy insoportables y amenacen con volverse controlables, los calamares y los pulpos se cuecen en su tinta: les aplicarán el Plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado), aprobado en los últimos tiempos de la segunda presidencia de Perón como herramienta legal para intentar frenar lo que no se pudo parar. Las cárceles se llenaron de militantes obreros y de la alianza electoral de febrero de 1958 no va a quedar ni migas. Ni qué decir cuando en 1962, en ocasión de renovar la gobernación bonaerense, el oficialismo se juegue la carta suicida de enfrentar al peronismo mano a mano en las urnas. Si bien el caudal electoral de la UCRI había crecido considerablemente, la fórmula que encabezaba el dirigente textil Andrés Framini los barrió y a partir de ahí la cuenta regresiva fue echada a andar hasta terminar mudando a Arturo Frondizi de Olivos a la isla Martín García.