miércoles, 8 de octubre de 2008

EL MUNDO ES UNA PELOTA O LA PELOTA ES EL MUNDO

El Puma Armando y el Zorro Suárez: ¿algo más?

Sin embargo, conviene recordar aunque resulte casi perogrullesco o risueño, que mientras tanto, como en el repetido incesantemente tango de Gardel, no sólo el murdo sigue ardarndo, sino que éste incide con sus constantes hipótesis bélicas en las tácticas y estrategias de los once contra once que corren tras la pelota y se machucan a patadas (Verdú). Todavía mucho más en un mundo hiperfutbolizado (Christian Bromberger), pero mucho más insoslayable en un país como la Argentina, con una cultura netamente dominada por el deporte (Janet Lever), a punto tal que en más de un momento resulta difícil distinguir si la realidad está sobre el césped con pantaloncitos cortos o el verdadero partido está en las calles, de civil o uniformada, aulas, oficinas, recintos burocráticos y nichos del Poder. [Ver la deportivización del lenguaje cotidiano.]

Estos lineamientos van a vertebrar el presente intento de rescate del asesinato de Alberto Mario Linker en todas sus posibles dimensiones, a medio siglo de sucedido, sobre todo el entorno sociocultural y político en que tuvo lugar. De lo contrario, no sería otra cosa que un hecho policial más, quizá sólo una feliz crónica roja más. Para nada es necesario que un ciudadano de cualquier parte del mundo tenga que leer las Obras Completas de Sófocles y Freud para tener complejo de Edipo. Por eso, no resulta para nada casual que desde veredas totalmente antagónicas en apariencia como es el multimedios Clarín, por un lado, y la presidenta Cristina Fernández por el otro, hace poquito hayan exhumado este año, hasta con inusitada y culposa algarabía, los cincuenta años de la asunción de Arturo Frondizi a la presidencia de la Nación y el intento de resurrección del desarrollismo por el otro. Sobre la faz futbolera del período hubo un discreto mutis por el foro, como no podía ser de otra manera. El tríptico que componen el 6 a 1 en Suecia frente a los checos en junio y el desmoronamiento de toda una etapa de dirigentes como correlato inmediato, el asesinato de Linker tras cartón y el festejo hasta de La Nación (noviembre 11, 1997) que 1959 fue el Año de los Empresarios, ya con la instauración y pública y desembozada del Fútbol Empresa, al que poco después cierto recato por tanta perversión los lleve a rebautizarlo Fútbol Espectáculo, vertebrados con el debut oficial de la economía de mercado que empezará pregonar el ingeniero Alvaro Alsogaray desde el Ministerio de Economía gracias al 3% logrado con su partido, el Cívico Independiente, justamente creado para las elecciones presidenciales de 1958, muestran una armonía de los hechos obstinadamente consumados que jamás lo planificado y conspirativo podrían llegar a lograr.

Alberto J. Armando, concesionario de la Ford y paradigma de dirigente del aspirante a presidente de la Nación, el actual Jefe de la Ciudad, ingeniero Mauricio Macri, que va a ser uno de Los Tres Mosqueteros de la transformación, compró por primera vez a dos hombres con plata de su bolsillo en 1957, la entonces llamada ala izquierda del Real Madrid que formaban Dante Lugo y Antonio Garabal, oriundos de Ferro Carril Oeste, y cuando en 1959 vuelve de su proscripción por su pública condición de peronista de la primera era y reasume la presidencia de Boca Juniors para quedarse un cuarto de siglo con rango de sultán, se los revende al club que preside y resulta ocioso preguntar qué destino tuvo la diferencia entre las dos transacciones. “Yo tengo derecho a cometer delitos”, llegó a espetarle en la cara al juez en lo penal que lo interrogaba por la estafa de la rifa sin premio con que intentaron levantar la faraónica e inútil Ciudad Deportiva, devenida en algo así como un destartalado Coliseo romano que ni siquiera tuvo nunca cristianos y leones.

Y no bravuconeaba.